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Refugios Inconscientes

Ezusteko Gotorlekuak

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Todo comenzó con un desgarro, la tensión de la materia, el hacer propio de la creación. Entrelazar, tejer, ocupar espacios dando forma a lo intuitivo, a las heridas en las yemas de los dedos esperando a que llegue el bálsamo del equilibrio. La forma de lo sin-forme, la introspección convertida en habitar de lo que nos rodea.

Lo inconsciente es lo incontrolable, lo adquirido, la autodefensa y la guerra continua, el instinto, estado de irracionalidad y constante ebullir de síndromes, miedos, sueños condenados a ser olvidados y lágrimas de colores oscuros.

Construye a golpes el caparazón que nos protege del devenir incontrolable del tiempo, de las luchas  baldías contra las imposiciones culturales, económicas, sociales…y que consigue devolvernos al origen de lo no constituido, de lo no formado.

Las heridas que puedan causarse en la capa interna de esta piel, se vuelven imposibles de curar, pueden vagar infectas y ser el único anfitrión que nos espere en el umbral de nuestro yo más desconocido e incontrolable, es por eso que el resguardo de lo inconsciente se convierte en una rosa con espinas afiladas.

Arañando hasta el final, transcurre por nuestro interior de forma voraz, como un ejército de silencio implacable, pero a la vez es tan nuestro y se hace tan cálido que se reivindica como cabo del que partir y al que llegar antes de naufragar.

Un hogar, un refugio…

Iker Fidalgo Alday